sábado, 3 de noviembre de 2012

Capítulo 1.


[- ¡Que no, que no voy a hacerlo! -dijo Vero, algo indispuesta.

- Venga ya, tía. No tienes nada que perder- Gisela, una de las mejores amigas insistía, porque tenía un buen presentimiento de lo que decía, siempre lo tenía.

- Ya claro, más te vale... lo hago, pero como no sea lo esperado de verdad que te la llevas.

-Que verás que si, tonta. - Su amiga respiró aliviada al conseguir convencerla. Vero era muy cabezota, pero siempre acababa por pensar lo que le decían.

Verónica fue caminando hacia él, muy insegura de lo que pasaría, pero con esa mirada de enamorada que ponía cuando lo veía.

-¡Hola! ¿Te acuerdas de mí? Si no me equivoco, nosotros estuvimos juntos en primaria, ¿no?- La chica respiró aliviada al soltarlo de una vez.

-¡Eh, Hola Vero! Claro que me acuerdo. ¿Qué tal te va todo?- Leo era un chico muy atractivo. Era su vecino, y desde que lo conoció no podía quitárselo de la cabeza.

-Muy bien, ¿y a ti qué tal todo?- Ella se sonrojó  al pensar que se había acordado de ella.

Durante la tarde pasearon por el parque, charlando sobre todo lo que les había pasado después de hablarse por última vez. 
Tras un hermoso día junto al chico del que estaba locamente enamorada, llegó el triste momento de despedirse. Leo la había acompañado hasta el portal de su casa, esperando el momento para poder hacer lo que más quería desde hacía años. 

- Bueno, ya nos veremos - Vero estaba desilusionada, no era el final del día que esperaba tener. Quería un día de película, con un bonito beso a su despedida.

- Eso espero - tras esas palabras, ella giró entorno a su puerta. 

De repente, comprendió que era la única oportunidad que tenía de cumplir lo que tantos años atrás había deseado, por lo que dio la vuelta, rumbo a sus labios. 

Segundos antes, Leo no comprendía porqué había sido tan tonto como para haber dejado escapar esa oportunidad. Por lo que se acercó más a ella, preparó sus labios y se dispuso a girarla con un movimiento rápido, aunque los cálculos le fallaron. En ése momento la chica se giró, provocando  un leve roce entre sus labios. Los dos no desaprovecharon la oportunidad y...]

- ¡Verónicaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa! Levántate ya, gandula. Son las 11 y media y sigues durmiendo - su madre odiaba que desayunara tarde, porque después no le entraban ganas de almorzar.

- ¡Pero si es sábado! Histérica...- eso último lo dijo bajito, por si la escuchaba su madre. 

Verónica se levanto desanimada. Odiaba que le despertaran cuando tenía un bonito sueño. Ella era una chica muy delgada, de estatura media y una gran melena castaña con bonitas ondulaciones que le llegaba a la mitad de su espalda. También tenía unos grandes ojos marrones que resaltaban por su blanca piel y una bonita sonrisa que marcaba un pequeño hoyuelo a su derecha. 
Como siempre, se dirigió al lavabo, se mojó un poco la cara y se hizo un moño mal hecho para disimular el pelo rebelde que se le ponía al levantarse. Se dirigió a la cocina y se  preparó una taza de leche con cola Cao. Después de darle varios sorbos a su vaso y comerse unas cuantas galletas, caminó hasta el baño, se lavó los dientes y entró en su habitación. Pasó toda la mañana ordenando y limpiando su cuarto mientras escuchaba una y otra vez la interminable lista de música de su ordenador. Seguidamente, su madre la llamó para almorzar.

Después de lavarse los dientes, se dirigió a su pequeño portátil y entró al MSN. Buscó entre todos sus contactos hasta encontrar lo que encontraba. Alexandra estaba conectada. Justo en el momento en el que iba a hablarle, su amiga se le adelantó.

- Holaaaaaa! ¿Qué tal te has despertado?¿ Cansada por la fiesta de anoche? - Como siempre, Alexandra había sacado tema antes de dejarla contestar.

- Pues fatal, parezco un zoombie. Ya ni me acordaba el por qué estaba tan cansada. ¿Y tú que tal te levantaste? - Vero olvidó por completo la fiesta de la noche anterior. El cumpleaños de aquella amiga tan extraña que tenía Alexandra la había agotado por completo.
 
- Pues la verdad es que yo estoy genial... llegué a mi casa temprano y como estaba agotada conseguí dormirme enseguida. Oye, ¿no vistes ayer a Gisela? Se pasó la mitad de la fiesta con el teléfono en la mano. Te digo yo que algo esconde... 

- Jaja, ¡que cotilla que eres! Pues sí estuvo un rato con el móvil, pero no se... alomejor es la madre, que tu más que nadie sabes como es. Seguramente estaría preocupada por ella y por eso la llamaba tanto... porque de ti no se fía! jajaja

- Jajaja, que mala que eres. Bueno bicho, me tengo que ir ya. Un besazo! - Seguidamente, Alexandra se desconectó. En ese momento, Silvia se conectó. 

- ¡Hola pija! - esta vez, Vero no dejaría que se le adelantaran.

- ¡Hola! ¿Qué tal estás? 

- Pues bien, aún cansada por lo de ayer. ¿Y tú? Oye, ¿sabes con quién soñé ayer?

- Yo bien. Aver, deja que adivine. Mm... ¡Con Sergio! - Sergio era un amigo de Vero, del que estuvo colada desde su entrada al instituto.

-  Buen intento, pero no. Con Leo, ¿te acuerdas de él?

- ¿Leo el del colegio? Claro que me acuerdo. ¡Si estaba enamorado de ti!

- ¿De mi?, si éramos sólo amigos... 

- Ya, pero tu no querías sólo eso. Además se le notaba que estaba como loco por tí, ¿no veías como te miraba? Pero eres tonta y no aprovechaste la oportunidad.

- Pero era una cría. Si ahora me da palo estar con alguien, imagínate a esa edad. 

- ¡Anda tonta! Lo que te perdiste. Y bueno, ¿qué soñaste?

- Pues te cuento, aunque mi madre como siempre me arruinó el sueño. Bueno, estaba Gisela intentando convencerme hablarle a Leo, porque tenia un "buen presentimiento" de lo que pasaría. Al parecer yo estaba coladita por él  y él por mí. Pasamos todo el día juntos, y a la hora de la despedida, como en cualquier película de amor, iba a haber un beso de amor.

- ¿Cómo es eso de que IBA a haber un beso de amor?

- Pues lo que te dije, justo en ese momento mi madre me despertó. Asíque no hubo beso ni final feliz. Pero bueno, para finales felices ya están las películas románticas, que por cierto, me he enganchado a las películas de amor...

- Será porque estás enamorada. Y no me lo habías contado, ¡qué fuerte! 

-  ¿Enamorada? Que más quisiera yo... Bueno, te tengo que dejar. Mi madre me está llamando para ayudarla con la ropa. Después hablamos, ¿vale? Un besito. 

Verónica cerró el MSN y se puso a ayudar a su madre. Durante la tarde estuvo haciendo algo de deberes. A las 8 y media de la noche decidió sacar al perro. Como Vero era muy coqueta, le gustaba ir bien vestida incluso para sacar al perro, por lo que se puso uno de sus mejores pantalones pitillo y una blusa que dejaba al descubierto su hombro derecho con estampados muy veraniegos. Se puso su flequillo recto con el pelo suelo, dejandole ver unos bonitos rizos. 

Al salir del portal, se acercó al parque de siempre. Después de dar un paseo con su perro, se dirigió al portal. Tras dar unos pocos pasos, se encontró con Leo, el chico del que tanto habló con sus amigas. Como siempre, hizo caso omiso de su presencia, aunque en realidad se fijó mucho en él. Estaba impresionada, había cambiado mucho desde que eran amigos.  Ahora tenía el pelo largo, más o menos como el famoso Justin Bieber cuando saltó al estrellato, con un tono castaño claro. Además, había crecido bastante y su piel morena hacía que resaltaran esos dientes blancos digna de una sonrisa perfecta, que a más de una chica le habría dejado sin aliento. En ese momento recordó el sueño que había tenido esa noche, lo que provocó que sus mejillas se sonrojaran. 

-Hola - Leo la saludó con esa sonrisa irresistible. Había notado como la chica se sonrojaba segundos después de cruzar sus miradas.

- Hola... -  Vero estaba aturdida, no sabía si la había hablado de verdad o sólo era fruto de su imaginación. Creía que ya no se acordaba de ella, durante los años que estuvieron juntos en clases, él la saludaba siempre. Pero con el paso del tiempo, dejó de hacerlo.  ¿Sería coincidencia haber soñado con él, o todo eso lo había planeado el destino?

- Tú estabas conmigo en la escuela, ¿verdad? 

-Sí. ¿Tú eres el primo de Pablo, no? - Pablo era otro compañero del colegio. Vero recordaba perfectamente  su amistad con ellos durante su niñez aunque no comprendía como había cambiado tanto su amistad.

-El mismo.

Durante unos segundos, hubo un incómodo silencio entre ellos, asíque cuando la chica iba a empezar a caminar hasta su casa, Leo decidió seguir hablando.

- ¿Y en qué instituto estás ahora? 

-  En el Santa Sofía, ¿y tú?

- Pues bueno... yo ahora mismo no estoy estudiando. Me han expulsado. Pero eso es otra historia.

 - Ya claro... Bueno me tengo que ir ya. Adiós - Sin esperar respuesta, la chica se dispuso a entrar. Estaba decepcionada, comprendía que no era nadie para él. Y menos para ganarse la confianza necesaria como para comentarle tales cosas.

- Adiós. Ya nos veremos, o eso espero - Leo le contestó justo a tiempo. Eso le hizo sacar una sonrisa a la cara de la chica, que entrecruzaron sus miradas durante varios segundos. Acto seguido, la chica abrió la puerta y se perdió en las sombras.

Aunque Vero no se dio cuenta, Leo esperó a que desapareciera de ése portal para irse. Llevaba mucho tiempo pensando en ella, y hoy decidió dar un paso adelante.

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