jueves, 21 de junio de 2012

Hasta siempre


22 de junio de 2012


La hora del adiós. Trás 10 buenos años nuestros caminos se separan. 
10 años, 3.650 días, 87.600 horas, 5.256.000 minutos y 454.118.400.000 segundos.
Más de un milón de momentos vividos, mil lágrimas sacadas, dos mil risas compartidas, tres mil peleas entre todos. Pero todo ello ha llevado a esta gran convivencia de la que me siento orgullosa por llamarla MI CLASE.
La clase que me ha visto crecer, con la que he aprendido a querer, odiar, a sonreír sin temor, a desenvolverme con todos ellos. La misma clase de las que tantas veces estuve cansada, pero que ahora, a sólo un día de decir adios, haría lo que fuera por seguir ahí.
A todos ellos, los que me quisieron, los que me quiere, o una vez lo intentaron. A los que me tuvieron que aceptar en sus vidas, o lo hicieron con gusto, deciros que no me arrepiento de conocerlos. Porque estos 10 años de mi vida no los cambiaría por nada. Gracias a ustedes crecí, conocí a gente increible, encontré a mis verdaderas amigas, y conseguí afrontar los palos de la vida. Gracias a todos ustedes logré despertar de mi sueño, ver la vida de otra manera. Aunque me costó, descubrí que la vida no es tan mala como parecía, sólo tenía que darle la vuelta a las cosas. Tengo que admitir que sufrí mucho, en muchos momentos desee lo peor a los que me había echo sufrir, me cegué con odio y quise arreglar lo que me hacían, aunque no era tanto, pero en ese entonces me afectaba. Pedirles perdón a los que se sientan aludidos, lo siento por si alguna vez me pasé, si malentendí o me pasé de la raya. Siempre viví en el presente, y lo que hacía intentaba olvidarlo en el momento. Pero pese a todo ello, no intentaría cambiar las cosas. Si tuviera que volver atrás, haría lo mismo. Como quien dice, de los errores se aprende. Y este paso que tuve que dar me hizo aprender, a ser más fuerte. 
¿Quién diría que os echaría de menos después de irme? Pues así es, no me he ido y ya lloro al pensarlo. Porque sin ustedes no será lo mismo, las clases se me harán más pesadas. Esos enrrales que tenían en clases, haciendo de un día duro algo especial los recordaré con envidia cada día. Las sonrisas que me sacaban no se pueden agradecer ni con una milésima de palabras que escriba. 
De nuevo, mil veces gracias. Por todos esos momentos inolvidables, los que guardaré al fondo de una caja para así nunca borrarlos. 
Por último, les deseo lo mejor en sus vidas. Espero que vivan bien y no olviden nunca estas palabras. Deseo que sus futuros avancen tal y como ustedes quieren. Sepan que no os hacéis grandes, sino que ya lo soís. 


Los echaré de menos; Elena.