lunes, 3 de marzo de 2014

Mala conciencia

Hay épocas buenas en la vida, pero también las hay malas. 

Sé que he hablado sobre muchas etapas de mi vida, al fin y al cabo llevo aquí demasiado tiempo aburriendo a los que me visitan con historias tontas de mi vida. 
Me he visto madurar a lo largo de todos estos años, pero pese a todo lo que he pasado, lo que me ha sucedido y lo que he vivido en esta vida, siento como si estuviera retrocediendo. Cuando creo que todo me va perfecto, sucede algo que me derrumba de nuevo.

Hace un par de semanas, concretamente la madrugada del 15 de febrero de este mismo año, una gran persona de mi vida me dijo adiós y se dirigió a una vida plena y larga. Desde aquí la seguiré recordando por lo que fue, por lo que viví con ella y lo que seguirá siendo en mi mente y mi corazón. 

Siento tantos remordimientos de conciencia por no haber dado por ella el 100% de mí que merecía. Fui tan mala nieta, por no visitarla cada vez que tuve tiempo, por no llamarla tanto como debería haberlo hecho, por no pasar más tiempo con ella que con una amiga.

Y ahora que no estás se que hice mal y que es muy tarde para lamentaciones.  La misma noche que te fuiste, yo había estado con un chico, pasando el rato aun sabiendo que no servía de nada, que no estaba en el lugar correcto. Debería haberme ido de ahí cuando me di cuenta, debería haber estado a tu lado en tus últimos respiros.

Cuando me dieron la noticia de tu muerte, simplemente lo tomé a broma, me quedé en shock, escuché música, hablé con un amigo y me fui a la cama rendida.  Lo peor de todo es que aún hoy siento que todo fue un sueño, que mi abuela sigue viva, y que cuando haya una reunión familiar ella estará ahí, enferma pero feliz de vernos a todos reunidos.

Lo siento tanto abuela, no merezco ni  un solo lamento, no soy nadie para llorar por ti, porque siento que cada vez que lo hago es como una lágrima de cocodrilo, como excusa por lo mal que obré.

Y si hay algo que lamento más que nadie y me hace sentir tan culpable, es haber seguido mi vida como si nada hubiera pasado, reírme y disfrutar de la vida, sin tener en cuenta lo que ha pasado dentro de la mía. 

Eres un ángel abuela, eres esa rosa amarilla que guardo con tanto cariño, eres ese olor que nunca se irá de mi vida. Eres alguien irremplazable, ahora y siempre.

Y aunque sé que ya es tarde, quiero que sepas que te quiero. Te quiero tanto que no puedo hacerme a la idea que ya no formas parte de este mundo. Te debo tanto.




No hay comentarios:

Publicar un comentario