Hay épocas buenas en la vida, pero también
las hay malas.
Sé que he hablado sobre muchas etapas de
mi vida, al fin y al cabo llevo aquí demasiado tiempo aburriendo a los que me
visitan con historias tontas de mi vida.
Me he visto madurar a lo largo de
todos estos años, pero pese a todo lo que he pasado, lo que me ha sucedido y lo
que he vivido en esta vida, siento como si estuviera retrocediendo. Cuando creo
que todo me va perfecto, sucede algo que me derrumba de nuevo.
Hace un par de semanas, concretamente la
madrugada del 15 de febrero de este mismo año, una gran persona de mi vida me
dijo adiós y se dirigió a una vida plena y larga. Desde aquí la seguiré
recordando por lo que fue, por lo que viví con ella y lo que seguirá siendo en
mi mente y mi corazón.
Siento tantos remordimientos de conciencia
por no haber dado por ella el 100% de mí que merecía. Fui tan mala nieta, por no
visitarla cada vez que tuve tiempo, por no llamarla tanto como debería haberlo
hecho, por no pasar más tiempo con ella que con una amiga.
Y ahora que no estás se que hice mal y que
es muy tarde para lamentaciones. La
misma noche que te fuiste, yo había estado con un chico, pasando el rato aun
sabiendo que no servía de nada, que no estaba en el lugar correcto. Debería
haberme ido de ahí cuando me di cuenta, debería haber estado a tu lado en tus últimos
respiros.
Cuando me dieron la noticia de tu muerte,
simplemente lo tomé a broma, me quedé en shock, escuché música, hablé con un
amigo y me fui a la cama rendida. Lo
peor de todo es que aún hoy siento que todo fue un sueño, que mi abuela sigue
viva, y que cuando haya una reunión familiar ella estará ahí, enferma pero
feliz de vernos a todos reunidos.
Lo siento tanto abuela, no merezco ni un solo lamento, no soy nadie para llorar por
ti, porque siento que cada vez que lo hago es como una lágrima de cocodrilo,
como excusa por lo mal que obré.
Y si hay algo que lamento más que nadie y
me hace sentir tan culpable, es haber seguido mi vida como si nada hubiera
pasado, reírme y disfrutar de la vida, sin tener en cuenta lo que ha pasado
dentro de la mía.
Eres un ángel abuela, eres esa rosa
amarilla que guardo con tanto cariño, eres ese olor que nunca se irá de mi
vida. Eres alguien irremplazable, ahora y siempre.
Y aunque sé que ya es tarde, quiero que sepas
que te quiero. Te quiero tanto que no puedo hacerme a la idea que ya no formas
parte de este mundo. Te debo tanto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario